Al referirnos a inteligencia artificial (AI) hoy, hay dos versiones: lo que tenemos disponible y lo que se está haciendo realmente. Lo que tenemos disponible es impactante, hoy podemos realizar el trabajo con una fracción del esfuerzo o incluso delegar el trabajo a este tipo de herramientas. Pero lo que se está haciendo realmente nos lleva al terreno de la ciencia ficción o las teorías de conspiración.
Esta es la segunda parte del artículo con este tema; la primera parte, la escribimos en equipo con ChatSonic, un chat similar a ChatGPT, pero conectado a la Web, por lo tanto, sus respuestas son más actualizadas, ya que el segundo trabaja con datos de 2021.
Abajo hay imágenes de pantalla de ChatSonic, por si desean verificar qué partes son del autor y qué partes del ayudante. Diría que lo general y la estructura son mías, pero el contenido “técnico” lo delegué a mi colaborador. En una muestra de cómo deberíamos trabajar hoy, apoyados por AI (y eso que escribir artículos para revistas, no es el objetivo principal de estas herramientas de AI). Hay áreas que son parte del objetivo de estas herramientas, como la programación; en unos meses, las labores de programación que aún sean realizadas por humano tienen el riesgo de tener errores, tiempos de ejecución ajenos al óptimo o inconvenientes de integración, por citar tan solo algunos.
Las aplicaciones de AI hoy superan nuestras visiones más temerarias. Cito esto: hoy nadie nos conoce mejor que nuestras redes sociales. Hace algunos años, se decía que, si queríamos conocer de verdad a una persona, buscáramos acceder a las notas de su psiquiatra; hoy basta con acceder a su celular y ver su Tik Tok o Instagram. Sabremos con seguridad qué le gusta: mascotas, autos, chicas, deporte, idiomas, viajes, cualquiera que sea el tema que le interese aparecerá ante nuestros ojos, y no porque lo hayamos expresado o respondido alguna encuesta, es por las milésimas de segundo que hemos mirado una imagen o la cantidad de segundos que hemos dejado correr un video. Estos programas aprenden automáticamente y nos llegan a conocer mejor que nosotros mismos.
Con estas tecnologías podemos diagnosticar enfermedades con más precisión que un médico experto, resolver casos legales como el mejor de los abogados o hacer inversiones que sorprenderán a muchos brokers. Lo más asombroso es que ya se está haciendo, pero estas tecnologías no están disponibles en forma amplia y las compañías que las crean son muy cautelosas en el manejo del tema. Las respuestas de mi asistente ChatSonic sobre los peligros de la AI o sus aplicaciones de punta parecen respuestas de un chico de kínder, mágicamente pierde su “inteligencia”.
En la revolución industrial, muchos trabajadores que hacían fuerza física fueron reemplazados por la máquina – los motores-–, que redefinieron las industrias, el transporte y el mundo en general. Estamos en inicios de la revolución digital, por la cual muchos trabajadores del conocimiento serán reemplazados por algoritmos. Algunos aprenderán a trabajar con estos algoritmos y potenciarán sus resultados. Otros no entenderán qué está pasando. La AI está cambiando el mundo a una velocidad superior a las expectativas del más optimista – o pesimista – de los visionarios. Pero es un cambio silencioso, poco publicitado, quizás con elementos mediáticos como ChatGPT, pero, como es tan delicado el tema, se está manejando con un perfil muy bajo.
Debemos estar atentos a estos cambios. Debemos aprender a trabajar “con” estos poderosos algoritmos que están redefiniendo qué es el trabajo. Debemos abandonar perjuicios sobre lo que es el trabajo y ampliar nuestra visión del aporte de las maquinas, además de prepararnos para vivir en mundo que será bastante diferente del actual.
Es una visión equilibrada y consciente de los desafíos y oportunidades que presenta la IA en diferentes ramos, así como de la importancia de mantenerse actualizados y comprometidos con la seguridad en línea.