Sobre la tecnología de cadena de bloques (blockchain) se dice mucho y falta mucho por decir, genera pasiones pues diversos actores asumen roles que van desde fanáticos dogmáticos que consideran herejía cualquier análisis, hasta detractores iracundos que formulan advertencias cuasi apocalípticas. Entre estos extremos hay quienes muestran pública indiferencia, pero tras bastidores invierten y desarrollan infraestructuras sobre esta tecnología emergente, así como otros que dicen apoyar, pero no están dispuestos a cambiar paradigmas. Con mesurado pragmatismo sostenemos tres premisas sobre las que hay acuerdo generalizado:

  • El blockchain es una de las tecnologías disruptivas sobre la que se sustentan varias áreas de la naciente economía digital.
  • Uno de los beneficios que sirven de bandera a blockchain es la capacidad de proteger la integridad (vía cifrado) de los datos y las transacciones.
  • Es la apuesta más fuerte, en el escenario actual, para deconstruir intermediación, o lo que es igual, alcanzar la desintermediación[1] en las transacciones electrónicas, especialmente financieras. Un requisito pendiente para la Economía Digital desde hace más de treinta años (varias vidas en “años TIC).

Los usos, temas y perspectivas pueden ser muchas; para no quedarnos en lo general abordaremos la aplicación más publicitada de blockchain: las criptomonedas, aunque en el mediano plazo podrían no ser las más trascendentes.      

La salida de las criptomonedas a la escena pública motiva y pone en evidencia el interés de corporaciones privadas y hasta públicas en la actividad de minería, Exchange y trading en el universo cripto. La conducción de esas actividades, su gestión y gobierno con visión integral es un tema que hemos atendido y modelado con criterios de eficiencia y eficacia. En esta oportunidad consideramos importante abordar el tema desde la perspectiva GRC[2] de las criptomonedas.

 

Gobierno corporativo: en el debido camino, el punto G

Es un requisito primario de toda estrategia de generación o reserva de valor en este tipo de instrumento digital, pues el nivel de virtualización como nueva forma de dinero es mayor y distinta a los modos virtuales desarrollados hasta ahora. Para los pioneros de la minería, la gobernabilidad venía implícita en el “ojo en vigilia” del minero en autogestión o en “gerencia de contacto”, y puede aún tener vigencia en esa condición. Pero cuando el dueño de “granjas” de minado no es al mismo tiempo operación y tesorería, es necesario construir marcos de gobernabilidad que permitan confirmar que los beneficios se generan de la forma debida y se resguardan por vías seguras en el repositorio acordado. Las criptomonedas son nuevas, pero su uso como reserva de valor y los distintos procesos que ya mencionamos obligan a construir marcos de gobernabilidad. La rápida obsolescencia de los equipos, regulaciones en construcción, necesidad de evaluar continuamente las estrategias y la alta variabilidad del valor, entre otros factores, así lo demandan, pues de lo contrario la inversión y rentabilidad pueden pasar de lo virtual a “esfumarse”, convirtiendo sueños en pesadillas o en amargo despertar.

El optimismo implícito en la visión innovadora al adoptar una tecnología disruptiva no elimina la necesidad de gobierno sobre la organización.

 

Optimizando el riesgo, punto R

En el mundo de las criptomonedas encontramos un verdadero arcoíris de opciones que van desde los ciber-riesgos, – los tradicionales y los novedosos– hasta la administración, pasando por los riesgos financieros, frente a los cuales los pilares de las normativas fundamentadas en las mejores prácticas, crujen ante la presión que imponen los nuevos paradigmas que emergen de estas tecnologías disruptivas.

Solo abordando el ciberriesgo podemos mencionar, a manera de ejemplo, el derivado de la incertidumbre que emana de la novedad del objeto, aunque la estructura tecnológica tiene la fortaleza de la criptografía asimétrica (por ahora) no jerarquizada y fortalecida en la red P2P.  Los modos de implementación y los límites de la red distribuida de la cadena de bloques (blockchain) agregan vulnerabilidades en las redes acotadas y retardos, no siempre transparentes, en las más grandes o abiertas. Ambas situaciones pueden generar vulnerabilidades en la integridad funcional. Los fraudes, los robos y estafas ya ostentan varios récords delictivos. En el universo de la cadena de bloques y especialmente en el mundo de las criptomonedas, interdependencia del riesgo y resiliencia no son opciones exquisitas sino enfoques indispensables.

La visión holística, en 360º (y en 3D), es indispensable para todo especialista del riesgo. En cualquier contexto es una condición valiosa para toda organización, para aprovechar la transición a la economía digital. La exasperación es atípica en un auténtico gestor del riesgo y sería un gran peligro para su entorno, convirtiendo a tal especialista en una barrera para aprovechar las oportunidades con eficiencia, que emanan en cualquier cambio de paradigma o revolución.

 

Cumplimiento: buenas prácticas y reglas claras, punto C

Actualmente la adopción de normas y regulaciones es un mar de tempestades en el que se enfrentan corrientes diversas. Por un lado, la desintermediación enarbola su bandera en la economía digital y encuentra en las criptomonedas una oportunidad inédita que trae consigo la esperanza de distintos niveles de anonimato, chocando de manera frontal con los controles tradicionales, y no siempre exitosos, (manipulados y manipulables) del mundo financiero en el cual el anonimato es obsceno y la intermediación es el modelo de negocio.

Por otra parte, el mundo financiero luce como fortalezas las arquitecturas nacionales, internacionales y supranacionales de normativas, reglamentaciones, leyes y convenios orientados a la transparencia basada en trazabilidad. Esas arquitecturas han permeado desde las mejores prácticas operacionales hasta las grandes plataformas tecnológicas (SWIFT o MAESTRO, por ejemplo), pero en las criptomonedas convergen estos dos mundos: dinero y digitalización, y para más o menos la mitad de la humanidad, la economía digital es una realidad directa (indirecta para los otros tres mil millones de personas) y es necesario revolucionar la estructura regulatoria.

Como todo mar turbulento, este también tiene corrientes menos visibles (“mar de fondo”) pero fuertes, que representan el rol de los gobiernos nacionales ante riesgos que van desde la seguridad pública, comercio ilícito, control ciudadano, legitimación y regulación de flujos de capitales y control fiscal, entre otros. Mientras algunos actores se inclinan a la regulación en términos convencionales, otros abogan por la renovación de paradigmas frente a las nuevas tecnologías. Ambos extremos deben encontrar acuerdo para no retardar el crecimiento de la nueva economía. Por ejemplo, este conflicto está candente en el caso de la normativa europea de protección de datos, GDPR[3].

En consecuencia, la tarea no se reduce al grado de cumplimiento sino a la creación de un modelo de cumplimiento emergente, en armonía con lo tecnológico y que satisfaga a las sociedades y a sus reguladores naturales o de facto.

 

Para la construcción

La operación, gestión y gobierno del ecosistema blockchain y específicamente de criptomonedas es, en esencia, transdisciplinario. Abordarlo solo como tema tecnológico es un error estratégico, con trágicas consecuencias en costos, expectativas y tiempos. Construir un marco de gobierno renovado, afrontar el riesgo de forma integral y gestionar el movedizo territorio del cumplimiento sigue siendo una sana visión para navegar la nueva era tecnológica.   

Las criptomonedas son, casi todas[4], una forma de dinero fiduciario, es decir basado en confianza. Por otra parte, un armónico nivel GRC genera confianza, de manera que el vínculo es directo y afortunado.

 

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[1] Tapscott., Don, Economic Digital(1983) , Blockchain Revolution(2016)  

[2] GRC: (Gobierno, Riesgo y Cumplimiento)

[3] General Data Protection Regulation, norma de la UE que afecta a toda organización que trate datos de los ciudadanos europeos.

[4] La excepción son los criptoactivos, que son criptomonedas con algún tipo de garantía o respaldo de valor.